lunes, 1 de julio de 2013

Nota para un bodhisatva

Pensé que Luigi y yo nos entendíamos. Que las tardes y los muchos ratos fluían y hasta nos divertían. Pero, Diego me dijo lo contrario. Apenas volvimos a vernos me preguntó por Luigi, le dije que ya no estábamos juntos. Se rió cuando le expliqué el por qué, él me lo preguntó, y fui sincera: Luigi me cambió por unas ollas. Me dijo: Quiero cocinar, no hay tiempo para amar.

Es duro saber que no estás en los planes de alguien, pero más duro e inútil sería intentar incluirlo en los tuyos. Así que lo dejé ir, por aquello de la impermanencia, que aun no entiendo bien, pero que parece voy asimilándolo a la perfección.  

Mis planes ahora son conmigo. Y me encantan. Tengo tremendo itinerario. René me lo advirtió: Vamos Eva, enamórate de ti misma. Y ya lo hice. Aunque también hice algo más: estoy enamorándome de ti. Sola. Porque no puedo permitirme incluirte en los planes, no que no lo merezcas, es que primero tengo que resolverme a mi. Si Diego, soy un rompecabezas. Chiquitica, pero vengo con mil piezas. 

Pero antes, hay algo que no quería dejar pasar. Oye, Diego. Gracias por todas tus miradas. Por ser mi bodhisatva. Por tu risa y la mía, que suenan juntas. Por detallar mis medias pantys. Por darme un trago de agua. Por cargarme para poder alcanzar un mala. Por tratar de leerme el pensamiento. Por nunca irte, sin despedirte. Por tratar de sentarte a mi lado, algunos días.

No es que me conforme con poco, pero a veces "nada" es todo lo que necesitas. 

Y quería agradecértelo. Gracias por tanto y sobre todo por nada. 

PD: “Chao princesa, hoy pareces sacada de un cuento de hadas”. (lo dijo por mi ropa, nada más


Kar-ma-pa-che-no. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario